Un hombre rescata libros de la destruida biblioteca de Bagdad en abril de 2003. / REUTERS
Hoy
se cumplen diez años de la invasión de Irak, diez años de una guerra
“preventiva”, que buscaba terminar con unas “armas de destrucción masiva” que
nunca se encontraron, y que se llevó a cabo sin el respaldo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Lo
que sí se pudo localizar fueron unos ingentes fondos culturales. Mientras los
soldados angloamericanos se ocupaban de proteger los pozos de crudo, ninguna
fuerza actuó para defender la memoria de la humanidad. El saqueo terminó por
reducir a cenizas la Biblioteca Nacional de Bagdad; el pillaje arrasó días
antes las 28 salas y los sótanos del Museo Nacional. Con ellas se perdieron los
primeros ejemplos de la escritura humana y de los símbolos numéricos.
Nadie
pidió disculpas por haber iniciado una guerra amparándose en mentiras. Nadie
mostró vergüenza, ni arrepentimiento, por las víctimas directamente causadas.
No
olvidemos que, sin haber derramado sangre, víctimas de la pérdida cultural que
ésta causó somos todos y todas.
Imagen: elpais.com
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