Francisco Mata García, nuestro querido Paco Mata, está en el IES López Neyra, como profesor de Latín, desde el curso 1979-1980, de ahí que el instituto sea para él su segunda casa.
Su seriedad y rigor esconden, que no ocultan, una gran amabilidad y un inmenso sentido del humor. Buena prueba de ello es el cariño que le profesan sus antiguos alumnos y alumnas.
Además de a su tarea docente, de la que confiesa estar cada vez más enamorado, se dedica con notable acierto, a escribir, especialmente poesía.
Recogeremos una selección de sus poemas que, para su mayor disfrute, irán apareciendo paulatinamente.
Compadecedle
Salís a la luz y os subís al aire,
cometas alegres de aquella infancia
que lucháis por volver de entre los muertos.
Está ocupado el puesto que dejasteis
-quién os lo iba a decir- por todo un hombre.
-quién os lo iba a decir- por todo un hombre.
Pero a él no le sirven vuestros recuerdos,
y anda como un despavorido y ciego
que ve el asco cada medio minuto.
Mirad su pecho y escuchad sus ojos:
no es sangre, sino polvo, lo que tiene.
No caminan sus pies: solo gravitan
a intervalos de olvido y amargura.
Compadecedle. Es el eterno triste,
la jerarquía del dolor le ocupa.
No hay vestigios, ni un indicio del ancho
sonreír de que entonces disponía.
Es tan aguda la lezna en los años…
Un uniforme pálido de tumbas
le macera las entrañas. Viviendo
con los pasos sonámbulos de un loco
le veréis. Compadecedle mucho.
No muere a cosa hecha, voluntario,
pues la vida se le escapó hace tiempo.
No es su espíritu ese dolor que explota,
que deja en la mano hilos de lágrimas,
sino que tiene un escape su adentro
que le socava con incesante calma.
Él, como todos, no quiso arriesgarse
a seguir lanzando al viento cometas
y, como todos, fue a desnudarse
en vez de llevar su inocencia puesta.
FRANCISCO MATA
Casa
Aún debo argamasar
el último ladrillo
el último ladrillo
de mi hogar litoral y solitario.
Ya he tan casi construido
esta ideada casa,
que mi tiempo de ausencia
es una mota.
A dos pasos del mar
y a dos manos del cielo,
mi nicho propio.
Música de arrecifes,
túnica de reposo
tendrá su techo.
Ya los veo sonar,
los secretos de mi cuerpo
dichos en un susurro
hacia la tierra.
La tierra, socavada
sin trampa ni señuelo,
erigida en altura
como un icono.
Y el mar dándome brisa,
en levitación fiel
sobre mis huesos.
(No haré ya más palabras,
y acabarán mis cosas
y laberintos).
FRANCISCO MATA
Un gran profesor, se ve que buen poeta y sobre todo gran persona. Alguna que otra úlcera sufre por nuestra culpa, pero sé que en el fondo nos quiere. Muy en el fondo.
ResponderEliminarPost Scriptum: eso sí, de fotogénico tiene poco.