Pronto se cumplirán diez años de la muerte de Pepe Hierro, el poeta que no se reconocía cuando lo llamaban José aunque, con nuestras pretensiones de respeto, nos empeñemos en seguir haciéndolo.
El mismo respeto, pero de verdad, por el que no lo adscribiremos a corriente literaria ni generación, pues eso sería clasificarlo y limitarlo, cosa que no se merece. Parecía estar siempre en un segundo plano, ajeno a todo protagonismo, pero pocos poetas puede presentar su currículo de premios: Premio Nacional de Poesía y Premio de la Crítica, ambos en dos ocasiones, Premio Nacional de las Letras Españolas, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y Premio Cervantes, entre otros.
Hay otra forma de premiar y consiste en no permitir que su obra caiga en el olvido. A ello obedecen dos iniciativas puestas en marcha en un momento en el que la literatura se consume a velocidad de vértigo, y la sociedad no parece estar para poesía: El Instituto Cervantes acaba de inaugurar el Año José Hierro, y la editorial Nórdica Libros publica Hierro ilustrado. Antología gráfica y poética, libro que recoge una selección de sus poemas y sus pinturas, entre las que se encuentran las que ilustran esta entrada. He aquí su vídeo de presentación:
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