J.R. Mora |
La construcción de un ser humano, de un alumno o alumna, es el resultado de la suma de sus interacciones con la sociedad en la que está inmerso que, a su vez, está siendo construida de forma permanente por los seres humanos que la componen.
En la construcción del alumnado como ser humano autónomo, crítico, creador de alternativas y corresponsable, el profesorado juega un gran papel por más que, en ocasiones, este tan solo anhelara impartir con profesionalidad su materia. El profesorado es sensible a unos recortes que afectan a algo que hay quien considera como un privilegio cuando no es más que un derecho: el derecho fundamental a una educación de calidad como base irrenunciable de una sociedad democrática y garantía de igualdad.
A través de la educación, de la cultura, se está esbozando el futuro. La cultura, según Gellner[i] “es el medio común necesario, el fluido vital o, mejor, la atmósfera común mínima y única en que los miembros de la sociedad pueden respirar, sobrevivir y producir”.
La suma de los párrafos anteriores nos da como conclusión que los recortes educativos van a provocar el diseño de una sociedad culturalmente pobre, creativamente plana y civilmente temerosa. Y no es una alarma infundada. La historia nos ha enseñado hasta qué punto ha llegado la sumisión a los poderes, la insolidaridad y la violencia de los pueblos con semejantes características.
Jean-Paul Sartre ya avisó: "Siempre somos responsables de lo que no tratamos de impedir". Que estas viñetas, de características tan distintas, provoquen una reflexión sobre unos recortes, los de educación, cuyas consecuencias van mucho más allá de las que se puedan reflejar en la nómina del profesorado, o en el aumento del número de personal interino que pierda su puesto de trabajo. Es el futuro lo que está en juego.
[i] Filósofo y antropólogo social francés, estudioso de la racionalidad e irracionalidad de la sociedad actual
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