martes, 1 de febrero de 2011

UN DÍA SIN GRAVEDAD

     Estudiando las Leyes de Newton y dejando volar la imaginación.
                                                                                                RAFI DUEÑAS

Un día sin gravedad
         La gravedad. Sí. Eso de lo que se habla como si fuera algo simple, insignificante, hasta divertido cuando imaginamos estar todo el día flotando, como si estuviéramos en una película de ciencia ficción en una misión espacial.
         Pero… ¿nos hemos planteado realmente cómo sería vivir tan solo un único día sin gravedad? ¿Cómo dejarían de existir esas leyes y esas fórmulas que tratan sobre ella? Si esas constantes y demás teorías no fueran importantes durante un día ¿cómo nos sentiríamos? ¿qué veríamos?
         Yo no sé si mi opinión es válida, pero creo que puedo imaginarme cómo será:
         Duermes, sueñas, suena el despertador, y abres los ojos. Pero algo es diferente. ¿Qué ocurre? El techo está demasiado cerca de tu rostro, ¿no? Cuando te atreves a levantarte, sorpresa: estás sentado en el aire. Sí. Increible pero cierto. Tu cuarto es un auténtico desastre: la mesita de noche está en una esquina, la cama deshecha, el colchón, las sábanas, la almohada, todo revuelto. La silla estancada en el techo, tus libros, abiertos por la mitad, parecen pájaros flotando en el cuarto.
         ¡Qué pasada!, pero ahora ¿cómo bajas? Reptas hasta llegar a la pared, y, a partir de ahí, te deslizas hacia abajo para estar más cerca del armario. Te quitas el pijama y, de repente, subes hasta engancharte en la lámpara y no puedes evitar re9irte. Ponerse los pantalones es tarea difícil, ya que no tienes dónde apoyarte.
         Vas nadando hacia el cuarto de baño y lavarte la cara es algo imposible, así que optas por ir a desayunar. De camino a la cocina ves que toda tu casa es un puzle, nada está en su sitio y sigues nadando mientras te tronchas de risa al ver la que se ha montado.
         El desayuno, como una actuación de circo. Beber leche es imposible, de manera que optas solo por comer. Te lanzas las tostadas con tu hermano como si fueras un “frisbi”.
         Coges el material del instituto como puedes y sales a la calle. ¿Para qué coger el autobús cuando puedes ir volando? Vas a la parada donde siempre quedas con tus amigos y se comenta lo extrañísimo de ese día -¿Por qué pasa esto? Pero a la vez, -¡qué cosa tan increíble! ¡Ojalá dure más!.
         Para llegar antes te enganchas a tus amigos, uno tras otro, como si fuera un tren, pero así, es imposible llegar a tiempo -¡espera, espera!- grita uno de tus amigos. - ¡El quita-hojas de mi padre! ¡Ahora sí llegaremos pronto!-. Volvemos a colocarnos en forma de tren y el primero va montado en el quita-hojas, lo arranca y ¡brum!, ¡salimos disparados  hacia el instituto! El paseo ha sido la mejor experiencia del mundo. Y el día de clase también porque el suceso aparca las clases, memos la de física y química y CMC, que encuentran un motivo estupendo para tratar diferentes temas. ¡Qué horas más largas! Estamos deseando que toque para volver a casa en el quita-hojas. Ya te estás acostumbrando a esto de no tener gravedad, y es más, te gustaría que durara más, aunque tu madre esté histérica ya que se le desordena la casa.
         La experiencia es genial, hasta te has hecho fotos durante la tarde en la calle para plasmar el recuerdo.
         Tanto ajetreo te ha hecho no parar en todo el día, y el cansancio te puede. Así que te pones el pijama, coges el edredón y te enrollas en él para estar calentito por la noche. Ya te estás imaginando cómo será mañana, la de cosas que vas a hacer aprovechando la falta de gravedad, y sueñas con ello.
         Suena el despertador, te levantas eufórico, pero ya estás en el suelo.
IRENE BUENO ZORRILLA


         En un mundo sin gravedad iríamos andando o en coche.
         Las personas tendríamos muchos problemas para realizar tareas como barrer, puesto que la mugre flotaría por toda la casa y sería casi imposible recogerla.
         Igualmente, en un supermercado sería muy difícil encontrar los productos que quieres entre muchas cosas volando.
         Y, por ejemplo, cuando en verano quisiéramos bañarnos en la piscina, con todo el agua flotando por todos lados.
Pero el verdadero problema llegaría cuando quisiéramos comernos algo y se nos escapara de las manos, como las palomitas o bolsas de chuches.
No se podría jugar a casi ningún juego, como el fútbol, el baloncesto o el bote bote, puesto que al balón se lo llevaría el viento mientra flotaba.
El mar se elevaría y los peces se morirían.
Para suerte de los policías se producirían menos asesinatos, puesto que las armas, en este mundo de gravedad no servirían.
Cuando fueras paseando por la calle, tendrías que tener cuidado con las cacas de los perros, flotantes, igual que con las cacas de palomas, aunque estas serían fáciles de esquivar.
Para suerte de los antitaurinos, el maltrato a los toros sería casi imposible, puesto que, si es difícil torear un toro en gravedad normal, imagínate en gravedad cero.
Los pájaros se verían en peligro de extinción, pues debido al vuelo de la personas sería más fácil cazarlos.
Las líneas aéreas se verían en la ruina, puesto que el avión no serviría de nada en este mundo, bastaría con ponerte un ventilador en la espalda y dejarte llevar por el viento.
Cualquier aparato eléctrico no funcionaría, puesto que sería imposible enchufarlo, a menos que funcione con pilas.
Habría muchas muertes por asfixia, puesto que alguna persona subiría tanto que llegaría hasta la capa de ozono, no tendría oxígeno y su cuerpo acabaría quemado al no estar protegido por la capa de ozono.
Por esto es mejor, por lo menos para mí, que el mundo siga igual que siempre, a menos que queráis que todo esto ocurra.
GABRIEL RAMOS GARNICA
2º B de ESO
        

Fuentes de las imágenes:
        http://www.gifmania.com.ve/perros/volando/

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