No corren buenos tiempos para el periodismo, una de las profesiones con mayor porcentaje de parados tras la construcción, como no lo son buenos para la cultura tras la subida del IVA al 21 %. Y he aquí que el premio Nadal, el más prestigioso del Estado español, no por su dotación sino por su nómina de premiados, ha recaído sobre Sergio Vila Sanjuán (Barcelona, 1957), un periodista cultural que ha trabajado en El Correo Catalán, El Noticiero Universal y desde 1997 en La Vanguardia, donde actualmente es coordinador del suplemento Cultura/s.
Y he aquí, además, que la novela de Vila-Sanjuán, Estaba en el aire, gira en torno a un programa radiofónico Rinomicine le busca (similar al televisivo ¿Quién sabe dónde?, presentado por Paco Lobatón en TVE entre 1992 y 1998). A través de la presencia de numerosos personajes, uno de ellos también periodista, trata del despertar de unos hombres y mujeres de la década de los sesenta que comienzan a dejar los años negros del franquismo y se adentran en una sociedad de consumo.
Lo doloroso de esta noticia, la de un premio tan importante otorgado a un periodista que usa el periodismo como elemento literario, es que la TV pública utilice la imagen del tenista Rafa Nadal para ilustrarla. Esto lo que demuestra es la necesidad de contar con buenos profesionales que puedan desarrollar bien su trabajo. Es una exigencia irrenunciable para una sociedad democrática y un elemento imprescindible para que la cultura sea un pilar básico de esa sociedad.
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